El éxito no está en vencer siempre sino en no desanimarse nunca. – Napoleón Bonaparte

sábado, 15 de febrero de 2014

El patito feo

El Patito Feo
 
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Como cada verano, a la Señora Pata le dio por empollar y todas sus amigas del corral estaban deseosas de ver a sus patitos, que siempre eran los más guapos de todos.
Llegó el día en que los patitos comenzaron a abrir los huevos poco a poco y todos se juntaron ante el nido para verles por primera vez. Uno a uno fueron saliendo hasta seis preciosos patitos , cada uno acompañado por los gritos de alegría de la Señora Pata y de sus amigas. Tan contentas estaban que tardaron un poco en darse cuenta de que un huevo , el más grande de los siete , aún no se había abierto. Todos concentraron su atención en el huevo que permanecía intacto , y también los patitos recién nacidos, esperando ver algún signo de movimiento.
 
Al poco, el huevo comenzó a romperse y de él salió un sonriente patito , más grande que sus hermanos , pero ¡oh, sorpresa!, muchísimo más feo y desgarbado que los otros seis…
La Señora Pata se moría de vergüenza por haber tenido un patito tan feo y le apartó de ella con el ala mientras prestaba atención a los otros seis. El patito se quedo tristísimo porque se empezó a dar cuenta de que allí no le querían… Pasaron los días y su aspecto no mejoraba , al contrario , empeoraba , pues crecía muy rápido y era flaco y desgarbado, además de bastante torpe el pobre..

 
patito-feo-00011Sus hermanos le jugaban pesadas bromas y se reían constantemente de él llamándole feo y torpe. El patito decidió que debía buscar un lugar donde pudiese encontrar amigos que de verdad le quisieran a pesar de su desastroso aspecto, y una mañana muy temprano, antes de que se levantase el granjero, huyó por un agujero del cercado.
Así llegó a otra granja , donde una anciana le recogió y el patito feo creyó que había encontrado un sitio donde por fin le querrían y cuidarían , pero se equivocó también , porque la vieja era mala y solo quería que el pobre patito le sirviera de primer plato. Y también se fue de aquí corriendo.
 
Llegó el invierno y el patito feo casi se muere de hambre pues tuvo que buscar comida entre el hielo y la nieve y tuvo que huir de cazadores que querían dispararle.
Al fin llegó la primavera y el patito pasó por un estanque donde encontró las aves más bellas que jamás había visto hasta entonces. Eran elegantes, gráciles y se movían con tanta distinción que se sintió totalmente acomplejado porque él era muy torpe. De todas formas, como no tenía nada que perder se acercó a ellas y les preguntó si podía bañarse también.
 
patito-feo-00041Los cisnes, pues eran cisnes las aves que el patito vió en el estanque, le respondieron:
- ¡Claro que sí, eres uno de los nuestros!
A lo que el patito respondió:
-¡No os burleis de mí!. Ya sé que soy feo y flaco, pero no deberíais reír por eso…
- Mira tu reflejo en el estanque -le dijeron ellos- y verás como no te mentimos.
El patito se introdujo incrédulo en el agua transparente y lo que vio le dejó maravillado.
 
¡Durante el largo invierno se había transformado en un precioso cisne!. Aquel patito feo y desgarbado era ahora el cisne más blanco y elegante de todos cuantos había en el estanque.
Así fue como el patito feo se unió a los suyos y vivió feliz para siempre…

 
 

jueves, 13 de febrero de 2014

LOS TRES CERDITOS Y EL LOBO




LOS TRES CERDITOS Y EL LOBO


Había una vez tres cerditos que eran hermanos y vivían en el corazón del bosque. El lobo siempre andaba persiguiéndolos para comérselos. Para escapar del lobo, los cerditos decidieron hacerse una casa. A todos les pareció una buena idea, y se pusieran manos a la obra, cada uno construyendo su casita. 


 
 La mía será de paja - dijo el más pequeño-, la paja es blanda y se puede sujetar con facilidad . Terminaré muy pronto y podré ir a jugar.
 
 
 
 
 
El hermano mediano decidió que su casa sería de madera:
-Puedo encontrar un montón de madera por los alrededores (explicó a sus hermanos), construiré mi casa en un santiamén con todos estos troncos y me iré también a jugar.
 
 
 
El mayor decidió construir su casa con ladrillos.
- Aunque me cueste mucho esfuerzo, será muy fuerte y resistente, y dentro estaré a salvo del lobo. Le pondré una chimenea para hacer caldo de zanahorias.
Cuando las tres casitas estuvieron terminadas, los cerditos cantaban y bailaban en la puerta, felices por haber acabado con el problema:
 -¡No nos comerá el Lobo Feroz! ¡En casa no puede entrar el Lobo Feroz!
Entonces surgió de detrás de un árbol grande el lobo, rugiendo de hambre y gritando:
-Cerditos, ¡os voy a comer!
 
 
Cada uno se escondió en su casa, pensando que estaban a salvo, pero el Lobo Feroz se encaminó a la casita de paja del hermano pequeño y en la puerta aulló:
-¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré!
Y sopló con todas sus fuerzas: sopló y sopló y la casita de paja derribó.
 
 
El cerdito pequeño corrió lo más rápido que pudo y entró en la casa de madera del hermano mediano.
-¡No nos comerá el Lobo Feroz! ¡En casa no puede entrar el Lobo Feroz!, decían los cerditos.
De nuevo el Lobo, más enfurecido que antes al sentirse engañado, se colocó delante de la puerta y comenzó a soplar y soplar gruñendo:
-¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré! La madera crujió, y las paredes cayeron y entonces los dos cerditos corrieron a refugiarse en la casa de ladrillo del hermano mayor.
 
 .
 -¡No nos comerá el Lobo Feroz! - Cantaban los cerditos.
El lobo estaba realmente enfadado y hambriento, y ahora deseaba comerse a los Tres Cerditos más que nunca, y frente a la puerta bramó:
- ¡Soplaré y soplaré y la puerta derribaré! Y se puso a soplar tan fuerte como el viento de invierno
Sopló y sopló, pero la casita de ladrillos era muy resistente y no conseguía su propósito. Decidió trepar por la pared y entrar por la chimenea. Se deslizó hacia abajo... Y cayó en el caldero donde el cerdito mayor estaba hirviendo sopa de nabos. Escaldado y con el estómago vacío salió huyendo y escapó de allí dando unos terribles aullidos que se oyeron en todo el bosque. Se cuenta que nunca jamás quiso comer ningún cerdito.
Los cerditos no lo volvieron a ver. El mayor de ellos regañó a los otros dos por haber sido tan perezosos y poner en peligro sus propias vidas.
 
 
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

 

sábado, 8 de febrero de 2014

CAPERUCITA ROJA

CAPERUCITA ROJA

Hubo una vez una niña muy buena y muy bonita a la que su madre había hecho una capa de color rojo. Le gustaba tanto que la llevaba puesta todo el día allá donde fuese y de ahí que la empezaron a llamar Caperucita Roja.

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Una mañana su madre le pidió que fuese a visitar a su abuela que se encontraba en el otro lado del bosque y le llevase unos pasteles porque se encontraba enferma. Antes de marchar Caperucita Roja a la casa de su abuelita, su madre le dijo que no se entretuviese y que tuviese cuidado por el camino ya que había un lobo que le podía atacar.
 
Caperucita contenta y sin miedo emprendió su marcha para ver a su abuelita. En el camino se encontró con el lobo que le preguntó que a dónde iba. 
 
- A casa de mi abuelita – le contestó Caperucita.
 
A todo esto que el lobo siguió su camino, por lo que Caperucita dejó de preocuparse y fue recogiendo flores de camino a su destino para llevárselas a su abuelita y darle una alegría.
Mientras tanto, el lobo se adelantó y llegó a la casa de la abuela. La abuela le abrió pensando que era su nieta. A esto que el lobo devoró a la abuelita y se puso su ropa para meterse en la cama y que Caperucita pensase que era su abuelita. Al llegar la niña entró y vio a la abuela en la cama, pero algo le hacía dudar. Entonces preguntó:
 
- Abuelita, abuelita, que ojos más grandes tiene.
- Son para verte mejor – contestó el lobo.
- Abuelita, abuelita, que orejas más grandes tienes.
- Son para oírte mejor.
- Abuelita, abuelita, qué dientes más grandes tienes
Y de repente el lobo saltó diciéndole:
 
¡¡¡Son para comerte mejor!!!
 
Pero en esto que entró un cazador que se encontraba por la zona y vio al lobo durmiendo en la cama. Con un cuchillo rajó el vientre del lobo para sacar a Caperucita y a su abuelita y en su lugar rellenó el vientre del lobo con piedras.
Al despertar, el lobo tenía tanta sed que se dirigió al río, pero como las piedras pesaban tanto, acabó hundiéndose y se ahogó.
 
Caperucita y la abuelita se encontraban bien, pero Caperucita Roja aprendió la lección y le prometió a su abuelita que nunca más hablaría con ningún desconocido.